Prohibido sacar Fic's del Blog sin concentimiento de la autora. Si no te gusta el genero Yaoi te recomiendo que no leas este blog (:

viernes, 23 de septiembre de 2016

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lunes, 22 de agosto de 2016

Hijo de la Luna: Capítulo 35

Capítulo 35.

“Tal vez no lo sepas, pero nuestra historia fue, es y será. No lo olvides Jamás. (Parte 2)”



Tokio, Japón.


Minho estaba realmente sorprendido cuando le vio, a fuera de su casa, recargado como si estuviese esperando. ¿Qué hacía aquí? No habían pasado ni si quiera dos semanas desde que se fue de Corea como para tenerle ahí tan pronto.


—Hyung…


Apenas y pronunció esas palabras, Changmin llevó su mirada hasta su persona, con una sonrisa radiante.


—Al fin llegan.


Changmin enfoco su mirada en aquel bulto que Minho cargaba, Yoogeun estaba dormido. Su pequeño niño parecía un angelito con los ojos cerrados.


—Entremos, acostaré a Yoogeun.


Ante las palabras dichas por el menor, Changmin solo se vio en lugar de asentir con la cabeza y luego seguirle. Ayudó a Minho a acostar a Yoogeun, volviendo a reconocer la felicidad que le daba esos pequeños detalles, era como sentirse vivo de nuevo.


—Hyung… ¿Qué haces en Japón?

La pregunta que Minho hiciera no pareció perturbar a Changmin que luego de verificar que su hijo realmente estaba dormido y tranquilo se dignó a contestar.


—Dos cosas.


Minho le miró con confusión. ¿A qué se refería con “dos cosas”?


—Tú y Yoogeun. Y el trabajo, pretendemos poner una sucursal aquí en Japón. Estaba en reuniones con los inversionistas. Y vine yo porque de ese modo podría verles.


El menor solo pudo sonreír con cierta gracia por el comentario y también por la sonrisa iluminada en el rostro de Changmin.


—Se te ve realmente bien. ¿Las cosas en Corea han estado tranquilas?

—He estado tan tranquilo, como nunca. Desde que terminé con Sunhee… Desde que pude hablar contigo sobre Yoogeun, siento una paz que no sentía en años. Aunque no quita de cuenta que mi padre aun quiera asesinarme.

—¿No le ha gustado la idea de terminar con Sunhee?


La pregunta de Minho se escuchó sutil, y luego de ella hubo un pequeño silencio, que al menos, no fue incómodo.


—Pues no. Y ni creo que sea porque él la considere buena, sino más bien por los negocios que mantenemos con su familia.

—Uhmm… ¿Y qué tanto realmente pueden verse afectado? En dado caso, si hablamos de números, los que deberían de estar preocupados es la familia de Sunhee, no la tuya.


Changmin sonrió de medio lado. ¿Cómo podía Minho conocer aquello?


—¿Cómo sabes eso?

—Ahh… El que tú sufras de mala memoria no significa que yo también lo sufra.


La dinámica de la conversación era realmente fluida y suave, con intervalos de miradas curiosas por parte de ambos ante las cosas que se iban diciendo, francamente Minho estaba disfrutando de esa visita, en especial porque era Viernes por la tarde y Junsu se quedaría hasta bien entrada la noche trabajando.


— ¿De verdad no lo recuerdas?


Preguntó Minho, con una sonrisa divertida ante las muecas de curiosidad que su Hyung hacía.


—Siempre conversamos sobre números en la universidad, es gracioso que hayas olvidado aquello, hyung.


Changmin se quedó en silencio, recordando esos momentos mientras estudiaban las inversiones de las empresas familiares, recordó a detalle porque los estudios los hacían juntos, se hacían propuestas para luego presentarlas en sus respectivas empresas, eran momentos muy nerd pero él simplemente los disfrutaba porque era al lado de su mejor amigo.


—Me parece increíble los años que han pasado de eso.

—¿Cierto?

—¿Tan ñoños éramos?

—Muy ñoños, hyung. Son gratos recuerdos. —Musitó Minho.


Choi llevó una última mirada a su hijo antes de prender la lamparita de noche e indicarle con la mirada a Changmin de que mejor salieran de la habitación. Éste hizo caso, pero no salió del lugar sin antes besar la frente de su hijo.


—A veces… No puedo creer que éste angelito sea mi hijo.


Minho sonrió divertido por el comentario de su hyung, y más que nada porque él entendía ese sentimiento tan extraño que estaba embargándole.


—Puedo entenderlo bien. Ya luego será menos difícil.

—¿Se lo diremos? —Preguntó Changmin, cuando ambos estaban saliendo ya de la habitación de Yoogeun.

—¿Deseas que él lo sepa?

—Quiero ser realmente su padre, Minho. Y eso significa que él debe saberlo… Mis padres, todo el mundo tendría que saberlo.

—Hyung exagerado… Pero lo entiendo.

—¿No te agrada la idea?


El menor guardó silencio en lo que caminaba hacia la cocina acompañado por un Shim Changmin que le observaba con preocupación.


—Decirle a Yoogeun que eres su padre y que el resto de mi familia lo sepa, es una cosa. Tus padres… —Hizo una pausa, tomando la tetera para poder calentar agua. —Eso me da miedo… A tus padres los respeto.

—Yoogeun es mi heredero, mis padres deben saberlo.


Minho volteó a verlo, frunciendo el ceño, con esa excusa ni muerto le decía ni al perro que no tenían.


—Ok, ok… escogí mal mis palabras. Pero hablo enserio. Yoogeun es mi heredero, mi hijo y por lo tanto su nieto. No sé cómo va reaccionar mi padre, pero mi madre estará encantada de conocer a Yoogeun y de saber que tiene un nieto tan lindo.

—Bueno… poniéndolo de ese modo…

—Quiero esto, dongsaeng…

Changmin se acercó hasta Minho, rodeando sus hombros con sus propios brazos en lo que apoyaba su frente en la nuca del menor.


—Quiero confesarles a mis padres que el motivo por el cual dejé a Sunhee es que… -Aferró un poco más el agarre, con un Minho nervioso entre sus brazos sin entender muy bien lo que su hyung trataba de decir. —Encontré a mi familia… Te encontré a ti y a Yoogeun.


“Ustedes son mi tesoro ahora.”



*****



Junsu suspiró nuevamente, se quitó los lentes que llevara puesto, masajeando el puente de su nariz, estaba realmente agotado y el dolor de cabeza comenzaba a ser mayor, pero no quería irse a casa, aún era temprano, mañana iba a ser fin de semana y tendría demasiado tiempo, quería cansarse, cansarse y dormir. Él era del tipo de chicos fuertes, o que al menos intentaban aparentar serlo, aunque por dentro fuera solo un niño llorón que buscara refugio.


—Omma… —Musitó en lo que recargaba bien su espalda en el respaldo de la silla. Tal parecía que aunque quisiera seguir trabajando sería realmente imposible, ya ni si quiera estaba entendiendo lo que todo esos papeles comenzaban a decir.


Se levantó de su escritorio con un suspiro bailando en sus labios, llevó su mirada hasta el gran ventanal a su espalda, observando lo linda que estaba la noche y lo grande que se veía la Luna, sonrió con sutileza ante esa imagen, al menos la vista nocturna le animaba un poco. Tomó sus cosas, abrigándose para poder salir del edificio.

Decidió que caminaría un par de cuadras antes de tomar un taxi, necesitaba que ese aire golpeara su rostro, sentir ese aroma húmedo de las plantas, observó su alrededor, todo parecía perfecto y tan limpio. Llevó su mirada hasta el cielo, observando las estrellas que en él estaban, parecía que nada las inmutaba, su dolor no llegaban a ellas, pero ciertamente el verlas le daban un gran consuelo a su persona.

Ya pasado un rato decidió que ya comenzaba a hacer frío para su persona, observó las calles e hizo parar un taxi para que le llevase a casa. Todo el trayecto lo hizo mirando por la ventana, observando una estrella que particularmente se veía más luminosa que el resto, muy cerca de la Luna, sonrió con suavidad, porque de la nada sintió que esa estrella trataba de consolarle.

Llegó a casa con un mejor semblante, el dolor de cabeza no era tan fuerte, así que eso lo tenía tranquilo, solo esperaba poder dormirse pronto y no estar ensoñando estupideces como lo que por general hacía. Entró a casa, llevándose la sorpresa de que Minho y Shim Changmin estaban dormidos sobre el sillón, ambos sentados apoyándose en el otro. Sonrió de manera suave, la imagen en sí, era muy tierna. Se acercó a estos dos con cuidado, no es que quisiera arruinar ese momento, pero ciertamente comenzaba a hacer frío y lo mejor era que se fuesen acostar.


—Ustedes dos… —Musitó despacio, moviendo los hombros de ambos para que pudieran despertar. —Vayan a la cama, hace frío y se pueden enfermar. —La voz de Junsu sonó suave, pero a la vez el tinte de regaño se deslizó por entre sus palabras.


Minho pronto abrió sus ojos, mirando a su alrededor y entendiendo las palabras que su hyung dijera. Con cuidado movió a su hyung para que despertase.


—Hyung… ya es tarde… —Le hizo saber Minho a Changmin cuando éste despertara. Shim solo asintió y se levantó del sillón pretendiéndose irse, aun desorientado, porque realmente había estado durmiendo bien.

—Minho, prepárale una a cama a Changmin ssi, no pretenderás que se vaya a esta hora de la noche, eso sería inapropiado. Yo iré a darme un baño y dormiré.


Minho se levantó en busca de frenar a Junsu jalando uno de sus brazos para que detuviese su paso.


—Estoy más seguro de que no has comido, por favor, dentro de tus planes agrega el que comerás.


Junsu observó a Minho, sin decir palabras para luego voltear su mirada.


—No tengo hambre y es tarde, ve a dormir Minho.

—Hyung…

—Enserio, puedes estar tranquilo, no tengo ganas de comer.

—¿Cómo puedo estar tranquilo con eso? ¡Llevas días comiendo casi nada! Te he tenido que obligar, hyung…


Changmin observó la escena frente a sus ojos, la preocupación bailando en los ojos de su dongsaeng y la tristeza rodeando por completo a Junsu, ese que se notaba más delgado y decaído, si hasta ojeras podía ver bajo sus ojos.


—Ahh… ciertamente tengo hambre, Minho. Pediré una pizza. Calienta agua, por la hora que es será mejor que comamos bebiendo algo caliente.


Choi miró a su hyung, agradeciendo ese gesto, porque de ese modo Junsu se vería obligado a comer.


—Claro… Junsu hyung. Ve a bañarte, iré por ti en un rato para que cenemos.


Junsu soltó un suspiro derrotado, no le gustaba éste tipo de situaciones, no le gustaba preocupar al mundo, no le gustaba la mueca angustiada que ponía Minho cada vez que él se negaba a comer o prefería trabajar horas extras en la empresa. Pero simplemente él no estaba sabiendo el cómo debía manejar la situación.


*****


—¿Qué le sucede a Junsu ssi?


La pregunta de Changmin sonó suave, y preocupada. Minho llevó su mirada hasta su hyung y suspiro.


—Desde que terminó con Yoochun ssi no es el mismo. Siempre ha sido algo serio, pero nunca perdió la alegría en su rostro como ahora.


Minho se sentó al filo de la cama que había tendido para Changmin, masajeó su sien, porque realmente no estaba sabiendo qué hacer con su hyung. Las dos semanas que habían estado compartiendo con su hyung éste oscilaba en dos personalidades, cuando estaba con Yoogeun se mostraba alegre, como si nada lo perturbaba, pero cuando estaba solo, era como si una bruma de intranquilidad le rodeara por completo.


—Hyung siempre ha sido del tipo solitario, no lo niego… pero su sonrisa siempre estuvo ahí, esa calidez… la sensación de paz jamás dejaba de rodearlo.

—Comprendo. Puedo entender lo que dices… —Musitó Changmin hasta que sus ojos se abrieron en sorpresa cuando procesó realmente la información. —Espera… ¿Cómo que Yoochun y Junsu terminaron? ¿Cuándo?


Minho parpadeó confundido al ver que su hyung no sabía aquello. ¿Es que era el único que sabía sobre esa ruptura?


—Oh… Bueno… ellos… —Soltó un suspiro antes de llevar su mirada hasta Changmin. —No sé bien los detalles, hyung… Pero fue para el tiempo que en que Heechul hyung cayó en el hospital.

—De eso ha sido casi dos meses…

—Exacto…

—Yoochun no me dijo nada.

—No entiendo bien lo que pasó, pero… Yoochun ssi terminó con Junsu.

—Ey… espera, espera… ¿El idiota de Yoochun terminó con Junsu? Pero si el idiota estaba imbécil por él.

—Yo no sé bien lo que pasó. Solo sé que Yoochun dejó a Junsu. Hasta hace poco Junsu hyung me confesó que el día que hable con mi hermano ellos dos terminaron todo, definitivamente. Tal parece que Yoochun ssi encontró a alguien más.


Changmin realmente no daba crédito a lo que escuchaba, más que nada porque no podía entender el hecho de que Yoochun haya terminado con Junsu, no cuando siempre lo vio tan “enamorado” de aquel chico Kim. Pero tenía que creerlo, ya que el semblante agotado que el menor mostraba no era para menos. Además… ¿Qué era eso de que Yoochun había encontrado a alguien más? Oh… esa maldita rata tendría que explicarle muchas cosas.


—Hyung…


Changmin volvió su mirada hasta su dongsaeng, ese que justo en ese momento apoyaba su cabeza en su hombro.


— ¿Dime…?

—Cuando vuelva a corea, le diremos a tus padres…


****


Seul, Corea.
Sm Company.


Observó su alrededor, había terminado hace tan solo un poco los trámites que tenía en su poder, últimamente trabajar estaba siendo su mejor plan, ya ni si quiera salir a beber y tontear con alguien le estaba dando la satisfacción de antes, ahora realmente todo era tan vacío, y él no entendía sus propios sentimientos, era ya complicado, no sabía lo que deseaba, lo que buscaba. Antes por lo menos sabía que quería una nueva vida, un amor nuevo y olvidar a esa persona, encontrar a alguien que le ayudara lo suficiente como para olvidar a su gran amor y cuando creyó encontrarle todo se fue abajo, fue extraño, fue como un gatillo que le hizo explotar lastimando a la única persona que viendo cómo era se quedó a su lado y acepto amarle tal cual era.

Junsu era tan místico, no buscaba nada de él, sino a él. No buscaba su dinero, no buscaba lucirlo a nadie, Junsu no necesitaba eso de él, necesitaba a su persona, a Yoochun y él lo arruinó todo con pensamientos y sentimientos del pasado.

Se levantó de su lugar para caminar hasta uno de sus grandes ventanales, apoyando su frente en éste al sentir nuevamente el recuerdo de las palabras que Eli le dijera hace un par de semanas atrás.

Flash Back.


—Tal parece que el destino siempre nos hará hablar de tus sentimientos y promesas sin él cerca.


Yoocheon escuchó esas palabras sin entenderlas del todo, en especial porque el tono de voz que usara Eli fue realmente extraño, fue sutil, aterciopelado, pero de algún modo abrumador.


—Ciertamente no estoy entendiendo… Además… ¿Por qué debería yo hablar con usted?


Eli guardó silencio, mirando fijamente a sus ojos, y se sintió desnudo por completo, aquella mujer parecía leer todos sus pensamientos. La intranquilidad de su corazón fue el detonante para hacer que desviara su mirada de esos azulados ojos.


—Antes eras más de mi gracia… Pero juro que ahora el solo verte me dan ganas de golpear el lindo rostro que mi hijo tanto adora.

     Eli ssi… —Yoocheon intentó detener las palabras que la mujer comenzaba a decir, pero ésta simplemente lo cortó.

     No tengo que saber qué pasa en tu corazón… Pero me gritas con fuerza que no sabes en dónde estás ni qué debes hacer.

     ¿De qué habla?

     De que sabes bien… No debiste dejar ir a Junsu…


Esas palabras lo intranquilizaron, no… No deseaba escuchar esas palabras dichas con tanta normalidad y tranquilidad, no deseaba escuchar de otra persona una verdad que su inconsciente le decía a gritos.

Yoochun se levantó de improviso, mirando con descontento a esa bella dama, no seguiría en ese lugar, no seguiría escuchando sus palabras por más verdad que dijesen éstas. Nadie más tenía derecho, sólo él…


—¿Por qué te levantas sin mi permiso?


Y esas palabras lo molestaron más, él no necesitaba el permiso de esa mujer, él era un hombre mayor, sabía lo que hacía, y si realmente no deseaba tener una relación formal con nadie, pues simplemente no la tendría y no por ello se debía ver en la obligación de ir dando explicaciones.


—Ciertamente, no veo qué deba hablar con usted, Eli ssi. Así que con su permiso, me voy a retirar.


Eli lo miró fijamente, observando al pelinegro avanzar hasta la puerta abrir ésta y salir de la oficina.


—No soy un ser al cual te le puedas negar, Park Yoocheon…


Y apenas dijo aquellas palabras una especie de frío recorrió su espalda, una advertencia que se vio reafirmada cuando intentó abrir: la puerta estaba con seguro y él no era capaz de quitarlo.


—Yo no soy una mujer de obligar a nadie.


Eli se levantó de su lugar y estiro su delgado brazo en dirección al contrario. Yoocheon volteó, observando con cierta resignación a la mujer. Ella hizo una señal de que se acercara y así lo hizo. Se sentó nuevamente en su lugar y ella procedió a hacer lo mismo. El ambiente se sentía distinto, Yoocheon se sentía atrapado, como si algo le debiera a esa mujer, como si realmente le debiera explicaciones y miles de perdón… Pero ¿Por qué?


—Ciertamente el destino puede ser muy cruel, Yoocheon. El mundo depara cosas que ni si quiera podríamos imaginar. Está fuera de mi alcance, y del tuyo también. Yo no te estoy pidiendo nada, ya dejé de hacerlo hace más de cien años… Eres tan impredecible y con un corazón aún más débil de lo que si quiera puedes llegar a concebir. Muchas veces no tienes idea de lo que sientes o por quién lo sientes, siempre es igual.


Yoocheon no dio crédito a lo que estaba escuchando, era como si las verdades comenzaran a golpear en su rostro, era hasta un punto tormentoso, ciertamente sentía como si le debiera tantas explicaciones a esa mujer. Era como si simplemente lo conociera por completo, de la cabeza hasta los pies.


—Estás tan encerrado tratando de entender tu propio dolor, que cuando ya lo entiendes ves que todo tu mundo se ha desvanecido, olvidas que en el camino puedes lastimar, como cualquier humano. Careces de empatía, pero ya no más... Aquí se acabó, ya no puedo entregarte a mi hijo.

—Yo no quiero a su hij…

—Mientes. Porque cada que lo vez, cada que lo recuerdas lo quieres nuevamente a tu lado.


Eli fue dura con sus palabras, porque era madre, porque era una madre que ha tenido que ver a su hijo llorar tantos años, caer en ese amor tantas veces, pero ya no más, ya no dejaría que eso pasara, Junsu era distinto a todos sus hijos porque en todas sus vidas… se vio obligado a perder su ingenuidad de la manera más cruel que el mundo puede deparar, y ella llevaba años y vidas tratando de hacer que eso no suceda, sus mismos hijos mayores habían intentado ayudarla innumerables veces.


—Yo tomé la decisión de no estar más con él. No me he acercado, es más, él ni si quiera está en el país, porque él prefirió irse antes de reprocharme si quiera algo, decidió simplemente aceptar mis palabras y marcharse aún más lejos de mi lado. ¡Fue él quien decidió que todo esto iba a terminar! ¡Es tan difícil de leer! ¡Cuando creí que ya lo conocía él me demuestra que estoy muy lejos de si quiera un esboce de sus sentimientos! ¡NO SABE CUÁNTO ME LASTIMA SABER QUE SE HA IDO!


Eli le miró, sin decir palabras, pues Yoocheon se levantó de improviso cuando gritara las últimas palabras, él mismo se vio impresionado por sus propias palabras. ¿Eso sentía? ¿Dolor por la partida de Junsu? Oh mierda… ¿Qué diablos le sucedía a su corazón?



—Entonces… Ésta vez no lo dejes morir.



Continuará... 

miércoles, 22 de junio de 2016

¡Actualización Nº56!

Hola chicas, la verdad es que sí, vengo con actualización, mi única escusa es que realmente no he tenido tiempo ni cabeza, ha sido super difícil porder concentrarme con el FIC, porque debo retomar las cosas, creo que voy a tener que extender el fanfic para que termine termine y no tener que hacerle una segunda temporada. Además ya lleva muchos años. Espero terminarla pronto. JaJSJAJS


Muchas gracias.




Melted

Melted




Título: Melted.
Autora: F. Mao
Parejas: Yoosu, Yunjae, Changminho.
Genero: Lemon, angts, romance, drama.
Advertencia: Muerte de un personaje, Lemon.
Resúmen: "Sus lágrimas no dejarán de caer solo porque tú coloques tus dedos sobre sus mejillas, dejaran de caer cuando entienda cuanta felicidad puedes encontrar luego de llorar"
Junsu realmente ama a su querido Rey, por lo que no dudaría en morir y matar. 


Capítulo 1



Melted: Capítulo 1

Capítulo 1:


“Con mis propias manos”



Observó atentamente al chico frente a él. Ese cabello largo que terminaba siendo ondulado, ojos expresivos y profundos, como la noche… ese era el motivo por el que le encantaba tanto mirar sus ojos. Gateó por sobre la cama, solo para hacer caso a esos labios que le invitaban a besarlos sin miramientos. Hizo aquello, aun sabiendo lo que vendría, aun sabiendo que esa sería la última vez que podría besar a su alteza, se dijo a sí mismo que daría todo por ese chico de azabaches cabellos.


Su alteza…


Su chico…


Su todo…


Alteza… Susurró sobre los labios ajenos antes de besarle, sintiendo una mano que con firmeza se aferraba a su espalda con tanta fuerza que no daba pie para que se alejara. Sintió los labios ajenos tomar los propios con necesidad, no se alejaban, y buscaban ese roce húmedo que le hacían soltar sutiles ruiditos ante cualquier movimiento de labios que hiciera, sintió ese húmedo músculo colarse entre sus labios de forma tan avasalladora que le tomó desprevenido. De pronto el beso se había vuelto caliente, asfixiante, sin espacio para poder respirar, necesitado, buscando menguar esa necesidad de no seguir con sus actos, lo entendía, su Alteza no estaba seguro…


Pero era su destino, y como buen Conde, como el ser que crio a ese joven, lo haría cumplir con su destino.


Se sentó ahorcajadas sobre sus piernas antes de alejar al fin sus labios de los ajenos, con respiración acelerada en lo que buscaba esos ojos que le pedían a gritos no seguir.

¿Sabría Yoochun que lo podía leer? No, dentro de las cosas que él jamás le contó a su protegido fue el hasta donde llegaban sus poderes como el ser no viviente que era.


Aun cuando mi cuerpo se siente febril, tu piel goza aun de esa frialdad… Los dedos del azabache rozaron una de las mejillas del chico que aún se encontraba sobre sus piernas. ¿Por qué, Conde? ¿Qué es eso que tanto me ocultas?

No necesita saberlo, su Alteza. Prometí protegerle, y eso haré, aun a costa de lo que yo llamo vida. –Terminó por decir con mirada decidida, dejando ver a su Alteza, que no había vuelta atrás.

Es una orden, JunSu…


El nombrado le miró serio, muy pocas veces su Alteza decía su nombre. Era extraño, empezando porque le llevaba años y de algún modo debería sentirse ofendido, pero luego recordaba que ese chico era el Rey.


Si le digo tendré que matarlo.


Seriedad, seriedad… solo seriedad vio el de cabello azabache en los ojos de Junsu. ¿Por qué? ¿No confiaba en él?


Y si le mato, no me perdonaré jamás… Viviría solo para lamentarlo.

En el reino se dicen cosas, la corte lo está pidiendo. ¿Quién eres, Conde?


Junsu había sabido que el deseo por saber de Yoochun no iba a ser amedrentado por unas pocas y absurdas palabras sobre matarlo. 


Alguien con muchos años encima, Alteza. –Respondió con voz ronca, volviendo acercarse al rostro ajeno en lo que posaba su frente en la ajena. –Un ser que los podría matar a todos si siguen metiéndose en donde no deben. –Sus palabras se deslizaron por su boca como terciopelo, de un modo tan sensual que erizó la piel del pelinegro. –No busques más, Yoochun, o solo encontrarás la muerte.

– ¿De qué hablas? Sé claro.

Lo estoy siendo, eres tú quien no quiere entender la realidad. ¿Por qué? ¿Por qué no quieres creer quien soy y lo que soy?


La mirada de Yoochun se volvió oscura y penetrante al percatarse de que esos ojos que siempre tienen un café claro se iban tornando de un tono nacarado, al igual sus dientes se afilaban y se alargaban sus colmillos. Yoochun lo sabía, siempre lo supo, su Conde era un Vampiro.

Un Vampiro como el que tomó la vida de toda su familia frente a sus ojos…

Un ser que debía morir…

Una criatura que él mismo debía de matar, para vengar la muerte de sus padres, para procurar el bienestar de su familia. Solo que no era sencillo, era su Conde, quien le cuidó, crio y educó… quien le dio todo el amor que pudo para que no sintiera la soledad que la muerte de sus padres le dejase.


Debes hacerlo, Yoochun… No lo dudes.


¡Mierda! ¡Él debía dudarlo, porque no era cualquier persona, era su Junsu, ese que hace no mucho se entregó a su persona!


No… Di que no es cierto.


La voz de Yoochun sonó baja, sus manos cobraron vida y llegaron al blanco rostro ajeno, tan frío, siempre lo supo, la piel de Junsu nunca fue tibia, pero siempre fue cálida.


No intentes engañarte más, Yoochun. Haz lo que debes hacer, o intentaran matarte y te juro que ahí acabaré con la vida de todos sin importarme si es un niño o un anciano, no lo sigas pensando. ¡No te crie de ese modo!


Su Conde fue duro, estricto, como siempre fue con su persona cada vez que le impartía alguna clase, ya sea de protocolo, esgrima, peleas de cuerpo a cuerpo, era una voz sumamente demandante y a la vez tan envolvente.


*****


Sus lágrimas no dejaran de caer solo porque tú coloques tus dedos sobre sus mejillas, dejaran de caer cuando entienda cuanta felicidad puedes encontrar luego de llorar.


                                                                                   *****



JunSu… La voz de Yoochun se hizo notar ronca y estrangulada por aquel nudo que se generó en su garganta, porque perdería lo último que le quedaba en la vida.

Por tu gente… debes ser un buen Rey.

Una mierda…

Las groserías no se permiten en esta casa, ya sabía yo que dejar que te juntases con Changmin sería una mala idea.


Su Alteza volvió su mirada hacia la criatura sobre sus piernas, tenía una mirada tan tierna y dulce, volvía ver ese color café claro, esa sonrisa tan empática y dulcificada, sintió los manos ajenas acariciar su pecho de manera agradable, fue un tacto suave, sin meditar palabras, le vio acercarse hasta su propio rostro y no se alejó, en vez, dejó que esos fríos labios se apropiaran de los propios, saboreó su boca por última vez, rodeo su cintura y se aferró a su delgado cuerpo como si su propia vida dependiera de ello.


Junsu… -jadeo sobre los labios ajenos antes de volver a besarle, sobre esa cama desecha luego haber hecho el amor tantas veces por la noche antes de que su preciado conde saliera…


Flas Back.



Ah… si… de ese modo. –Junsu estaba semi acostado sobre una cama queen de su propia mansión, con un peliazabache chupando su miembro de manera tan dura y descolocante, se la sorbía como si no hubiese mañana. – Oh, maldición… pequeño, tra… travieso. –Jadeó con voz ronca luego de sentir los dientes morder su glande. Y el pelirrojo no pudo evitar llevar su mano hasta esos ondulados cabellos ajenos para enredar sus dedos, le encantaba hacer eso, le encantaba ver y sentir la reacción ajena cada vez que hacía aquello, Yoochun parecía descolocarse porque le chupaba aún más fuerte esperando que se corriera, y ni si quiera se hizo de esperar antes de llenar la boca del menor con su propio semen. Terminar enrollados en la cama había sido por su propia causa, porque había podido leer el deseo del pelinegro, y se lo hacía tan difícil, en especial cuando le pillaba sentado sobre la cama mirando hacia un punto muerto que no pudo más que jugar y ponerse entre sus piernas para chuparse la hasta sentir su propia cara llena del semen ajeno.

–Mierda… estoy tan duro. –Se quejó el menor, mirando al pelirrojo con seriedad y demostrando esa profunda mirada que a Junsu tanto le encantaba.


El mayor sonrió con picardía en lo que habría más sus piernas, dejándole entender al pelinegro que se podía meter en su cuerpo, que podría buscar el desahogo entre sus piernas, pero ni si quiera fue consiente de cuando el menor le dio vuelta y levantó el trasero, pero ya pronto se vio gimiendo y sintiendo como sus nalgas eran separadas para que su agujero fuese profanado por una lengua que no tuvo reparo en humedecer su hoyo.


Oh… así, por favor, Alteza. Métela, sabes que me gusta duro.


Yoochun lo sabía, Junsu no era de cosas suave, le gustaba el sexo apasionado, brusco, el que dejaba marcas en el cuerpo, en el que te hacía explorar cada zona de placer del cuerpo ajeno, hacer el amor con Junsu era algo sublime, algo que jamás podría cambiar, meter su polla en ese agujero que siempre se encontraba apretado era tan delicioso, como en ese momento que de solo meter su glande ya sentía que podría correrse. Tomó esas piernas largas y estilizadas y las colocó entre sus hombros, amaba la flexibilidad que tenían esas piernas, en especial porque podía estar cerca de su torso, rozándose; cerca de su rostro, de esos labios abultados, dulces, extraña y malditamente dulces, sabía a vida, calor, excitación, un puto afrodisiaco que no podría dejar de beber.

Su miembro colapsaba en esas paredes, deslizarse una y otra vez con fuerza, viendo ese cuerpo estremecerse, con esos dedos enterrándose en su espalda mientras rogaba por más, Junsu siempre perdía la cordura entre sus brazos, y mierda que le encantaba, le encantaba cuando se volvía brusco y le tomaba del rostro para besar sus labios hasta más no poder.


****


Besos con sabor a todo lo que más amó…

Él.


****


Las caderas de Yoochun se movieron con frentismo salvaje, rozando ese dulce punto que hacía a Junsu arquearse y soltar palabras ahogadas.

Yoochun siempre se volvía loco al hacer el amor con Junsu, correrse en ese estrecho pasaje y escuchar esos jadeos, esa piel fría buscando el calor de su propio cuerpo. Deseaba el cuerpo de Junsu más que cualquier otra cosa, su Conde, su todo… tenerle así, a su merced, en cuatro piernas con ese trasero alzado, ese maravilloso trasero que siempre terminaba rojo, lleno de marcas y sus propias mordidas que daba antes de joderselo como solo él podía… Solo él… Porque ese cuerpo era de Park Yoochun, el Rey del lugar.

Hacer el amor con ese chico que podía darte las más dulces miradas como las más abrumadoras…


Hacerlo suyo era placer por todos lados, jadeos, sudor, palabras sueltas, besos, saliva, semen y revolver las sábanas hasta más no poder, eran juegos, mordidas, eran miradas dulces y apasionadas, sonrisas calidad y ladinas, palabras cariñosas hasta las más vulgares.

Yoochun afirmaba que el placer solo lo había conocido con Junsu y con nadie más iba a conocerlo.

Hasta terminar exhaustos y mirándose con esa expresión de satisfacción marcada sobre sus labios. Junsu acariciando su luego su espalda y nuca, cubriéndoles a ambos, preguntando con voz calma si quería una ducha que solo significó más sexo bajo el agua.

Más de esos besos y de caricias torpes, más de susurros cargados de cariños para terminar con un Junsu volviendo a mimarle, volviendo a cuidarle, obligando a que se colocara algo de ropa antes de meterse a la cama, un conde que volvía a colocarse ropa interior y su camisa roja de seda… una que pronto terminó con los botones algo desabrochada y con un Junsu sentado a horcajadas sobre sus piernas.


****





No habría salida, ese beso no era cualquiera… era el último que le daría Kim JunSu, el conde de su reino, el que le salvó años atrás cuando mataran a toda su familia. El mismo Junsu resguardó su lugar como rey, él mismo había gobernado esa nación y ahora lo había vuelto a hacer, resguardaba su lugar.


Si no lo haces… Los matarán… Yoochun abrió sus ojos cuando escuchó ese susurro, su cuerpo se congeló ¿A qué se refería Junsu? –Yunho y Minho… Debes protegerles. Debes protegerte, debes proteger a tu nación.


Yoochun negó un par de veces ¿Por qué no podían estar las cosas en calma como antes? ¿Por qué no podía seguir gozando de las cosas que él tanto amaba: su nación, sus amigos y su preciado Conde?


Eres un rey del cual estoy orgulloso… Las manos de Junsu fueron hasta el rostro de Yoochun, el cuál acarició, ese precioso rostro, esos ojos café oscuro y profundo, esa piel pálida pero que transmitía tanta vida, esos labios carnosos que siempre serían su mayor tentación.


Las lágrimas de Yoochun comenzaron a surcar su pálida piel, el mayor besó sus mejillas de un modo tan dulce antes de abrazarle, con esa calidez que Yoochun siempre adoró.


Hazlo.


Y con esa petición Yoochun sacó la daga que ocultaba bajo la almohada una que no dudó en enterrar en la espalda de su preciado Conde quien se quejó entre sus brazos, tiritando, porque había alcanzado justo su corazón.


Sabes que eso no es suficiente.


La Voz de Junsu sonó entrecortada, y el menor lo sabía, esa daga debía estar haciendo su efecto debilitando a su Conde, que no se quejaba, solo se aferraba a su cuerpo como en busca de alguna especie de escape por aquel dolor.

Yoochun lo sabía, pero estaba tan aterrado de ver cómo sus manos comenzaban a mancharse de sangre al igual que su hombro por la sangre que brotaba de la piel de su Conde, con cuidado su mano libre tomó una pequeña botella plateada con sangre de un muerto sus manos tiritando abrieron aquel frasco el cual pronto dirigió a los labios de Junsu ese que se aferró a su cuerpo antes de aceptar beber sabiendo lo que era, lo supo desde que entró al lugar, lo supo desde que la frágil mente de Yoochun le dejara leer sus pensamientos.


El cuerpo de Junsu convulsionó, sus gemidos de dolor llenaron los oídos de ese Yoochun que solo pudo apretarle contra su propio cuerpo con miedo, porque por primera vez esa piel le supo helada, un frío congelante propio de un muerto, ya no era cálida.


Amor…


Yoochun abrió sus ojos con desespero, llevando su mirada al cuerpo de Junsu ese que le miraba apenas, con sus ojos entrecerrados.


Jam… jamás… Te dejaré… solo… amor…



Esas habían sido las últimas palabras que Junsu dijera entre los brazos de Yoochun, porque la sangre que le había dado era de un muerto, lo que equivalía a ser un veneno para su especie, apuñalar su corazón había sido solo para debilitarle.

Yoochun había repasado ese plan una y otra vez, pensó muchas formas de hacerlo, pero simplemente Junsu había sido quien tomara la determinación de acabar con su vida, Junsu había sido quien presionara para que le quitara la vida. Porque siendo sincero él no tenía el valor, se excusaba en ese momento de que era una petición hecha por el mayor, porque él simplemente se declaraba un débil de mente, no podía ser él quien acabara con la vida de quien fue su guardían por tantos años.

Retiró la daga de su cuerpo inerte sin poder creerlo, la consciencia de su perdida llegó de manera tan abrupta que llorar y gritar fue todo lo que pudo hacer, agradecidamente Junsu había sido precavido y las puertas de su habitación estaba asegurada, nadie lo molestaría, nadie le arrebataría de sus brazos ese cuerpo, ya nadie…

El moriría llorando por la muerte de su persona amada, ese que hasta el último momento le cuidó, ese que se dejó matar por sus propias manos para poder mantenerle con vida.


Te amo…


Susurró con voz quebrada al oído de ese ser, los ojos cerrados de Junsu solo rompieron aún más al pobre rey de la nación, matar a tu ser amado…

Pronto todo se sumió en un silencio que hasta a él mismo le abrumó, los ventanales de su alcoba fueron abiertos de par en par con una ventisca colándose por cada rincón de su habitación y dos murciélagos entraron raudales para luego convertirse en dos hombres apuestos, con un aura misteriosa, parecida a la de su preciado Conde.

Los ojos del más bajo centellaron al ver que entre sus brazos estaba el cuerpo inerte de Junsu, sus colmillos se alargaron, sus rasgos se volvieron más duro y lo que terminó por atemorizar al dolido Rey fueron esos ojos.

Carmesí…


-Mi… señor…


Yoochun solo aferró aún más sus brazos en el cuerpo de Junsu, no se lo iban a quitar, Junsu era de él, de nadie más.

Y todo pasó rápido, el ver como al más bajito de esas dos criaturas era sostenido por el alto quien solo miraba con repudio al rey de la nación, porque por más tranquilo se viera, el deseo de matar a quién se atrevió a tocar a su líder circulaba por su cuerpo.


Tú pusiste tus manos en nuestro señor. ¡Por la mierda Changmin suéltame! ¡Debo ir por él!


El nombrado hizo caso y pronto el cuerpo inerte de JunSu le fue arrebatado a Yoochun, ese que aun aturdido intentó ir tras él. Porque no podía permitir tener lejos a Junsu, no cuando lo amaba de una manera casi desesperante y había sido él el culpable de su muerte, no…


No seas nenasa, Jaejoong, nuestro señor ya nos había dicho todo esto y sabes bien lo que pidió, ahora deja de atormentar a ese condenado humano o juro que te mato.

La voz de Changmin resonó fuerte y clara, algo más calmado, porque ese pobre rey parecía ido, perdido y sumido en el dolor por la pérdida, por haber sido el “asesino” del Conde Kim Junsu.

Jaejoong llevó su exasperada mirada hasta la de Changmin para luego dirigirla hasta Yoochun y pudo leer su mente, lo vio todo, cada recuerdo. Extrañamente el rencor se fue, simplemente la tristeza y la lástima circuló por su cuerpo al enterarse de cada pensamiento y emoción del rey de la nación. Se acercó hasta él justo cuando encontró un rincón oscuro en la mente de ese chico, y lo entendió: Yoochun era la pista que les dejaría su señor. Llevó su mano diestra hasta la cabeza azabache.


Duerme… Ya no recordarás esto.



Su voz fue suave y pronto las piernas del pelinegro parecieron que ya no le sostendrían por lo que cayó al suelo. El más alto de los dos quien respondía al nombre de Changmin sacó un frasco y lo tiró en suelo haciendo que parecieran cenizas. Con cuidado quitaron las ropas manchadas de sangre de Junsu y la dejaron botada sobre las cenizas, nadie debería sospechar de lo que hacían, nadie debía sospechar que ellos se llevarían el cuerpo del líder del clan más peligroso de los vampiros, nadie debería saber cuál había sido la tarea que su líder les dejara antes de aceptar que Yoochun le matase.



(Continuará... )