CAPÍTULO 2
—
Cuando me levante de aquí, voy a patearte el culo —dijo el chico soltando
improperios, una vez que recobró la respiración por ser metido de un golpe
dentro del lateral del tren.
Mientras
su cuerpo estaba colgado hacia las ruedas del tren, Yoochun le sujetaba su mano
y agradeció a las afortunadas estrellas que Dragon fuera hasta en su posición
un auténtico cobarde. Tan pronto como él había disparado al humano, Yoochun oyó
los pies de Dragon golpear la tierra y salir corriendo apresuradamente. De otra
manera, sujetándolo por el lado, Yoochun sería un blanco facilísimo para la práctica
de tiro al blanco de Dragon.
Él
le recorrió con la mirada, la pistola a pesar de todo en su mano, los músculos
en su brazo tensos bajo el impacto total de su peso. ÉL pudo haber dejado caer
su arma y sujetarse a él con las dos manos, pero en lugar de eso prefirió más
bien arrojarle amenazas de muerte. ¡Qué hombre!
Él
dijo en una voz calmada al chiquillo. —
¿Es esa la forma de tratar a tu salvador?
—
Si no fuera por ti, no me encontraría en esta posición, idiota.
Yoochun
se tensó por su insulto. Si él tuviera que adivinar, diría que ese chiquillo
apretaba los dientes más de cólera que del dolor en su brazo. Respeto. Él
necesitaba aprender un poco de respeto. Toda diversión huyó de su expresión. — Tu nombre.
—
¿Qué? —Él jadeó. Estaba finalmente cansándose.
—
Tu nombre —repitió lentamente. —No te subiré sin un nombre. —No había un tiempo
mejor que el presente para averiguar la identidad de aquel hombre.
—
¡Xiah! —soltó siseando.
—
Tu nombre completo.
—
¡Xiah! Ahora levántame de aquí y no te mataré.
Él
no pudo menos que reírse ahogadamente de su bravata. —No pareces estar en posición para negociar, Xiah,
amor. ¿Así es que qué tal mostrar un poco de gratitud, hmmm?
Y
maldita si, con su última onza de energía, él no gruñó, girando, y maniobrando
hasta que tuvo la pistola de su ballesta apuntada hacía él.
—
Dije súbeme. ¡Ahora, Maldito!
El
humano tenía una veta terca de más de un kilómetro de larga. Yoochun lo levantó.
No porque él pensara que le dispararía, sino porque él quería una excusa para
tocarle. Tan pronto como sus pies tocaron la parte superior del vagón del tren,
él puso sus manos en sus brazos, notando la sangre en la curva de su hombro.
—
Estás herido —comentó él al clavar los ojos en su herida superficial. Él no
podía desviar su mirada. La sangre. Él olió su dulce, tentador perfume. Si la
lujuria ya no estuviera despertándose por sus venas ante la visión de ese
delicado torso subiendo y bajando con cada respiración, la vista de su sangre
precisamente casi lo desarmó. Él tenía que saborearla. Yoochun encontró sus marrones
ojos mirándolo alarmados, sintió el pequeño temblor recorrer su cuerpo mientras
él sostenía sus brazos aún más fuerte, y lo atraía más cerca.
Antes
de que sus labios tocaran los suyos, el más bajo se apartó de un empujón lejos
de él. Manteniendo la pistola de su ballesta entre ellos, dijo — Viviré. Aleja
tus manos de mí, capullo.
Mientras
el más bajo le miraba furiosamente, él oyó la inconfundible revolución del
motor de un coche. Ambos volvieron sus cabezas hacia la estación del tren a
tiempo de ver a Dragon marcharse en un coche, su coche, mientras la suciedad se
movía hacia arriba detrás de las ruedas. Jodido Demonio.
Xiah
enfocó su fija mirada acusadora en él. —
Él era mi presa. No la tuya.
Yoochun
indicó la pistola con una inclinación de su cabeza. — ¿Qué vas a hacer? —Él
puso a la vista sus manos vacías desde sus lados. — ¿Disparar a un hombre desarmado? —Él quería
a Dragon, pero ahora mismo quería más a ese humano. Irguiéndose su cabeza hacia
un lado, le recriminó de modo ofensivo, esperando incitar una reacción— Eres
bastante duro cuando tienes todas esas armas.
—
Oh, ¿es eso lo que quieres? ¿De hombre a hombre?
La
sonrisa afectada que el menor le dio sólo aumentó su belleza natural, pero él
advirtió que la media sonrisa en sus labios llenos realmente no alcanzaba a sus
notables ojos amielados. ¿Por qué? Se preguntó.
—
Entonces, eso significa… —El chiquillo se alejó unos cuantos y dio media vuelta
para dejar en el suelo su pistola. La riñonera vino después, junto con la
pistola de su espalda.
El
estómago de Yoochun se tensó y su pene creció hasta palpitar en una instintiva
respuesta primitiva al sonido de la correa de velcro mientras se despegaba y
ese chico quitaba el cuchillo Bowie de su muslo, entonces se quitó el cuchillo
de su cintura. La idea de que estuviera despojándose de sus armas, de sus
defensas, rebotó en su mente mientras su cuerpo reaccionaba y despertaba y su
pulso palpitaba.
Sus
entrañas se retorcieron cuando ese hermoso chico se quitó su cinturón,
recordándole el acto de desnudarse delante de él. Notó que la hebilla más
grande de oro tenía un diseño inusual, dos serpientes en un poste o algo por el
estilo. Park se resistió al primitivo deseo de deslizarla en sus brazos y
desafiar la falsa bravata que mantenía tan apretada a su alrededor como una
capa invisible de armadura. ¿Se daba cuenta ese ser qué tan seductor eran sus
acciones?
No,
si la mirada decidida en sus ojos era alguna indicación. El más bajo se
encontró con su mirada y se posicionó, pies separados, brazos levantados en una
posición preparada. Una mano formando un puño, gesticuló con su otra mano. — Vamos, solucionemos esto, Yoochun el Ejecutor.
El ganador consigue a Dragon.
Park
arqueó la ceja por su uso de su apodo. ¿Cuánto sabía él? Obviamente, no sabía
que él era un vampiro o le habría disparado ya.
Él
rápidamente golpeó una de sus manos hacia abajo, con un movimiento tan rápido
que supo que ese chico no lo había visto llegar. Yoochun contuvo la jactanciosa
mirada que amenazaba con filtrarse a través de su cara. Pero él no tuvo tiempo
de saborear su pequeña victoria, pues el más bajo giró rápidamente y le golpeó
en la parte más baja de su pecho con una poderosa patada circular sencilla,
tirándole hacia atrás algunos centímetros, directamente hasta el borde del
vagón del tren.
Mientras
sus pies se balancearon en el reborde, levantó sus brazos para recuperar su
equilibrio. Bravo, por los poderes vampíricos no obstante, pudo salvarse, pero
era más divertido ver la expresión de conmoción en su rostro, luego la
culpabilidad cruza la cara de Xiah antes de que éste pasará sobre él, agarrara
la pretina de sus pantalones, y tirará bruscamente de él hacia atrás encima del
vagón del tren.
Yoochun
se aprovechó de su error momentáneo de “modo de batalla” y asió sus brazos. Pero
antes de que supiese qué lo golpeaba, fue noqueado sujeto por su espalda, y
golpeado, con el pie en su pecho, el brazo retorcido, y su mano doblada hacía
atrás.
—
Dilo, Dragon es mío —demandó el bajito.
Él
negó con la cabeza.
El
humano retorció su mano hacia atrás más aún. Hombre, eso había comenzado a
doler. Jodiendo bastante.
—
Tío —dijo con una mueca y se torció, pateando sus piernas debajo de Xiah. Tan
pronto como éste aterrizó, él se abalanzó, cubriéndole su cuerpo con el propio,
mientras tiraba de sus muñecas encima de su cabeza. Nunca había encontrado a un
hombre que echará combustible al fuego en él como ésta lo hacía.
—
Cede, Xiah, amor. Has sido superado.
El
pulso en sus muñecas era acelerado bajo sus dedos, mientras las pupilas en sus
ojos se dilataban. Si no fuera por esos casi imperceptibles indicadores, él no
habría sabido que Xiah estuviese pensando en cómo darle la vuelta a la situación.
El menor continuó con su expresión cuidadosamente reservada. Pero su parte
vampira no estaba nunca fuera de tono con su entorno inmediato. Él escuchó el
cambio de los latidos de su corazón cambiar de rápidos a sordos. El sonido
abasteció de combustible su deseo, llamando a sus instintos más bajos.
******
Yoochun
instintivamente corcoveó para
derribarle, pero él simplemente presionó sus caderas contra las suyas,
inmovilizándolo en la superficie de metal del vagón del tren. Estaba atrapado.
El hombre era una roca inamovible y también tenía su cuerpo inequívocamente
rígido presionando contra su bajo vientre. Incapaz de detener su inspiración
ante su obvia excitación, así como también la suya propia, Xiah forzó una
expresión neutral.
—
No soy “tu amor” —dijo mordazmente. ¿Por qué tenía ese imbécil que seguir
llamándole así? ¿Simplemente porque él la había salvado y viceversa? Estaban
empatados por lo que a él concernía. El amor no tenía nada que ver con ello.
Hundido
bajo el chico más alto, su cuerpo sobre el del humano, no podía moverse pero
estudio su angulosa cara y la incipiente barba oscura que favorecía la fuerte
línea de su mandíbula. Se preguntó como la sentiría contra su piel, como se
sentiría la áspera y continuada fricción simplemente en los lugares correctos.
Su selvático aroma se extendía y daba alas a su libido incrementándolo,
haciéndolo latir de deseo. Dios, había estado un rato fantaseando con un
completo desconocido.
Pero,
demonios, él tenía los ojos más hipnóticos. El color negro profundo le
recordaba a los de un león, con su intensidad parecía quedarse mirando en su
misma alma, para conocer cada uno de sus pensamientos y deseos.
Él
no dijo una sola palabra. Solamente le sujetó allí, clavando la mirada en sus
ojos. Su ritmo cardíaco saltó diez metros cuando su intensa mirada se deslizó
suavemente hasta sus labios y luego a su pecho.
El
calor emanó lejos de su cuerpo, pero Yoochun no respiraba con dificultad como
él. De hecho, estaba tranquilo, muy tranquilo.
Su
cólera aumentó cuando la comprensión le golpeó. Él se había esforzado y ese
chico alto ni siquiera había sudado. — ¿Jugabas conmigo?
—
No como me gustaría jugar contigo. —Él sonrió, entonces su mirada regresó a su
boca.
El
sensual arco de sus labios se acopló con el profundo timbre de su voz enviando una
sacudida de apreciación recorrer a través de su cuerpo. Xiah dejó a su cólera
templar su deseo.
Desplegando
sus piernas ampliamente, rápidamente levantó sus caderas y enrollo sus
extremidades alrededor de su cuello. Cerrando sus tobillos debajo de su
barbilla, empujó hacia atrás su cuello hasta más no poder. A menos que él
soltase sus brazos, estaban en un punto muerto.
—
No juego limpio —dijo Xiah apretando y retorciendo sus caderas hacia el
costado, metiendo su cabeza de un golpe en el techo de metal del vagón del
tren.
Mientras
Yoochun se golpeaba la cabeza, Xiah gateó sobre sus pies y recogió su equipo.
Mientras descendía la escalera, hizo una pausa y se encontró con su malhumorada
mirada, con voz firme y tranquila dijo
—Dragon es mío, Yoochun. Ve a buscar otro vampiro a quien cazar.
****
—
¿Dónde diablos has estado? —Bramó Hyunseung por el teléfono.
Xiah
cambió de posición el teléfono móvil en medio de su hombro y oído, ya que de
esta manera podría firmar el formulario de registro. Agradeciéndole al
encargado del hotel, dobló hacia los ascensores, con el saco de la bayeta en la
mano.
—
Eres afortunado de que estuviese aquí para contestar al teléfono —soltó
gruñendo con evidente cólera. —Se
suponía que te registrarías hace dos días.
Xiah
se tensó mientras asestaba un puñetazo al botón del ascensor. — Tú no eres mi
guardián, Hyunseung.
—
Esa fue tu elección —rebatió él con sonora frustración.
Xiah
negó con la cabeza. Hyunseung no había estado muy entusiasmado cuando había
roto la relación con él hacía uno pocos meses. Pero tan enojado como él había
estado, habían logrado seguir siendo amigos.
—
Esto es algo que tengo que hacer por mí mismo.
—
Ir tras el vampiro que mató a tu padre te hace un blanco facilísimo, Xiah, un
lindo blanco facilísimo. —El tono protector en su voz le hizo a sonreír. Hyunseung
sería algún día un estupendo marido para quien sea su pareja. Mientras esa persona
simplemente no fuera su persona, si bien esa fue una de las razones de su padre
para reclutarlo en su grupo de cazadores de vampiros, los Rastreadores.
Él
se rió ahogadamente mientras deslizaba su tarjeta llave en la puerta del cuarto
del hotel. —Puedo cuidarme. Siempre lo he hecho.
—
Sé eso demasiado bien —contestó en tono de queja. —Pero mejor registra la
entrada una vez al día, Xiah, o juro que voy tras ti.
Junsu
lanzó su bolso de la bayeta en la cama y se recostó en el colchón. —Seré un
buen soldadito de ahora en adelante, Herr Commandant.
—
Advierto que lo eres —señaló él, ignorando su mofa.
Él cerró el teléfono móvil bruscamente y lo dejó caer encima de la
cama a su lado, pensando en Jang Hyunseung. Él era el hombre perfecto para
cumplir con el papel de liderazgo que su padre había dejado libre. Tan pronto
como había ido tras Dragon, había puesto en el buen camino a su tío Joong. Él
había esperado que asumiera el control como líder de los Rastreadores después
de que su padre fue asesinado. Junsu se conocía mejor que nadie. Él no era un
jugador del equipo. Trabajaba solo. Siempre lo había hecho.
Toda su vida su padre había hecho lo mismo, había
trabajado solo. Pero cuando envejeció y sus reflejos no fueron lo que antaño
fueron, se decidió a reclutar a otros para su causa. Eso fue cuando encontró a Hyunseung.
Junsu frotó su mano sobre sus doloridas sienes, el
dolor amenazaba con convertirse en una jaqueca asesina. Hombre, estaba cansado.
Había estado despierto durante 26 horas seguidas. Uno pocas horas con los ojos
cerrados y pensaría en la comida. Se sentó, desató sus botas, y se las sacó con
la punta del pie. Trepando a la cama, colocó su cabeza en la almohada, su
cabeza palpitando.
Si no voy a unirme a Hyunseung,
¿qué voy a hacer, entonces una vez que atrape a Dragon? Se preguntó. Su corazón dolido por
la razón de esta búsqueda. Había perdido a su padre. Si él estuviera aquí,
entonces le recordaría acerca de «la búsqueda de la venganza», que todos los
vampiros eran malos. ¿Lo eran?
¡Ah mierda! Él levantó su cabeza y asestó un puñetazo
su almohada antes de colocar su espalda. Sólo se ponía lacrimoso y débil cuándo
estaba realmente cansado y deprimido.
Unas pocas horas con los ojos cerrados y recuperaría
su brío, su completa fuerza. Con ese último pensamiento, Junsu sucumbió por el
excesivo cansancio.
*******
Como el mecanismo de un reloj Xiah salió a la
superficie de un profundo sueño dos horas después de cerrar sus ojos. Arrastró
su cansada cabeza fuera de la cama y buscó una ducha muy necesaria. Refrescado
y con las emociones más claras que había tenido en semanas, se secó su pelo y
deslizó una camisa roja de seda sobre sus hombros, disfrutando del tacto del
suave material mientras susurraba cayendo sobre su torso, luego aquel pantalón
negro de cuero que reacomodaba contra su trasero delineando sus perfectas
curvas y sus bien tonificados muslos.
Se miró en el espejo y sonrió. El único e incomparable
momento en el que se permitía este tipo de indulgencia de «ser un hombre de
buen gusto» era cuando estaba entre desconocidos. En este hotel de clase alta,
nadie sabía que se había criado sin influencia femenina ni para qué decirlo de
una masculina, en una vida donde una daga en su mano se sentía más familiar que
una barra de carmín.
Deslizó sus manos sobre la cara seda contra su cuerpo,
apreciando la suave fricción del material contra su piel. Algunas veces ser un
heredero tenía sus buenos puntos. Su padre no pudo haber estado allí para seguir
criándolo, pero una cosa que su padre hizo fue dejar atrás la considerable
herencia Wellington.
Esta noche dejó su pelo natural, castaño y no
muy largo mostrarse y se aplicó un poco de delineador en los ojos y un poco de brillo
de labios. Se arregló un poco el pelo, no en exceso pues no sabría cómo hacerlo
más allá de peinarlo ordenarlo y colocarse algo de gel. Sacó su lengua y se
guiñó el ojo en el espejo antes de salir para cenar.
******
— Gracias —murmuró Xiah al camarero mientras él le
daba el menú y se marchaba dando la media vuelta. Pudo haber comido en su
cuarto en lugar del restaurante del hotel, pero poder tomarse la cena en el
primer piso era parte de su “indulgente” fantasía, aun si comía a solas.
Mientras
hacía una ligera lectura de la selección de alimentos todos sus sentidos
repentinamente le golpearon en alerta total y una cortante sensación ondulo por
su
columna vertebral. Bajó su menú para ver a Yoochun de pie delante
de su mesa.
Inesperadamente una intensa apreciación golpeó fuerte a través de él
a la vista del fino suéter verde oscuro grueso extremadamente tirante contra
sus formados bíceps y los pantalones negros del traje que se pegaban
ajustadamente a sus caderas. Se había afeitado y el débil aroma del jabón
masculino se aferraba a él, haciéndole querer moverse más cerca para poder
inspirar profundamente.
Su mirada encontró la del menor mientras colocaba su
bola, o los restos de su bola más bien, sobre la mesa delante de él. No dijo
una palabra, pero se permitió mirarle de arriba abajo empezando por ese escote
en “V” que se generaba producto de la camisa que no había cerrado por completo,
demorándose en la figura de ambas
clavículas que se mostraban, el que sin querer la tela hiciera notar sus
pezones, antes de regresar audazmente a sus ojos.
Sus ojos color miel, ardientes, hambrientos, e
intensamente depredadores, se detuvieron con los suyos. Sin palabras, el hombre
le dijo exactamente lo que quería y maldito si su cuerpo no reaccionó del mismo
modo. Su ritmo cardíaco se aceleró, su estómago se contrajo con fuerza, sus
pezones se pusieron tirantes, duros guijarros contra la tela de seda. Una
humedad caliente mojó ligeramente sus boxer. Tuvo que oponerse al deseo de
retorcerse bajo su estrecho escrutinio. Dejó caer su mirada fijamente en su
escote una vez más y las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba.
Yoochun cambió de dirección y caminó de regreso a la
barra a través de la sala, se reacomodó en su taburete, y recogió su bebida.
Mientras sus ojos interceptaron los suyos sobre el reborde de su vaso, su audaz
acto con la bola le dijo de un modo muy ostensible…
Él era un cazador.
Le había encontrado.
Y lo quería…. ahora.
Junsu miró hacia abajo a la bola sobre la mesa, un
recordatorio de que había estado tan distraído de la cacería, que había dejado
atrás un arma. Averiada, sí, pero reparable.
Apretó sus dientes y agarró con fuerza las cuerdas de
la bola en su mano, enojado consigo mismo por estar tan cerca de Dragon solo
para permitirle escapar. Su cólera hirvió a fuego lento, desalentando su
espíritu, hasta que se dio cuenta de que Yoochun el Ejecutor, el cazavampiros,
el que “siempre atrapaba a su hombre”, había fallado, también. El pensamiento
trajo una pequeña sonrisa de satisfacción a sus labios.
Tan pronto como Dragon lo llamó “Yoochun”, lo supo. El
cazador que estaba de pie a su lado en el tren era “Yoochun el Ejecutor”; El
hombre acerca del cual había oído casualmente hablar a un par de vampiros en un
bar en el que había tenido la oportunidad de echarlos y habían corrido hacía
una conocida guarida de vampiros un par de semanas atrás. Muchos vampiros temían
a Yoochun y con razón, al parecer. Había oído que él nunca había perdido una
presa. Jamás. ¿Pero si él era tan bueno, por qué su padre nunca lo había
mencionado?
Junsu ignoró a Yoochun mientras comía, rehusándose a
admitir su presencia. Pero sentía su pesada mirada fija en su persona,
observando cada uno de sus movimientos, cada pequeño trozo de comida que
ingería, cada sorbo de líquido que tomaba. Cualquier otra persona podría
haberse congelado al ser el objeto de su enérgica inspección, pero Junsu, bien…
ella era Junsu. Nunca se había acobardado y siempre afrontaba un
desafío. Cuando terminó de comer, ordenó una bebida con sabor a frutas con una
sonrisa en sus labios. La táctica dilatatoria era su especialidad.
El camarero trajo su bebida y se demoró en su mesa. — ¿Hay
algo más que pueda traerle? —Preguntó, sus cejas oscuras se elevaron.
Xiah negó con la cabeza. —No, gracias. Traiga la cuenta.
Él sonrió y su apuesta cara se iluminó. — ¿Quieres
tomar un poco de café? Acabo en media hora.
Tú y yo, amigo, ambos si Yoochun
consigue lo que quiere, pensó
Junsu con una ahogada sonrisa interna al mismo tiempo que se percató cuánto le
asombraba la invitación del camarero. Junsu estaba tan acostumbrado a que los
hombres la vieran como uno de los suyos. Pero entonces, recordó sus ropas y su
fantasía. Él la había visto como un hombre, nada más, nada menos. Entremetiendo
aquel mecho de su pelo detrás de su oreja, encontró su mirada azul inquisitiva
con una sonrisa en sus labios. Tenía que ser por lo menos siete años más joven
que su persona. — Gracias por la invitación, pero…
Él
se tensó e inmediatamente la cortó, mirando su reloj, mientras veía a sus
espaldas, luego retrocedió con una sonrisa de disculpa. —Oh, lo siento,
justamente recordé que tengo planes.
Hablando
de alguien dando y quitando. Esta vez Junsu se rió ahogadamente en voz alta
mientras él se escabullía. Su risa ahogada murió en sus labios, sin embargo
cuando su mirada se cerró en Yoochun. Su mandíbula apretada con fuerza, él
parecía francamente enojado. ¿Cuál diablos era su problema?
Junsu
terminó su bebida y recogió la cereza que estaba colocada encima del hielo en
su vaso. Sosteniéndola por el tallo, usó su lengua para sorber el gordo bulbo
entre sus labios. Él encontró su constante mirada, con una propia y audaz
mientras masticaba la deliciosa fruta, rellena del alcohol.
¿Por
qué no te permites el gusto de algo de sexo anónimo, libre de culpabilidad? Su
cuerpo entero se sintió tenso, pendiendo al borde de… ¿qué? No lo sabía. Tal
vez fueran las semanas cazando a Dragon. Necesitaba una liberación física y
Yoochun bueno, el hombre ciertamente tenía un cuerpo que le gustaría explorar.
Su pericia como un cazador llamaba a sus instintos más primitivos. Él reunía
los requisitos físicos así como también los profesionales. Fácil y sin problemas.
Él le quería y viceversa. Sin condiciones.
Junsu no podría pedir una mejor circunstancia para
apaciguar sus necesidades sexuales. Sonrió burlonamente. Al menos no tenía que
preocuparse por su protección. Gracias a los “perros” retortijones desde que
tenía trece años, la píldora se convirtió en su mejor amiga. Demonios, mejor
que Yoochun tuviera algunos malditos condones.
El camarero parecía haber desaparecido, entonces Junsu
dejó el dinero en efectivo sobre la mesa y se levantó, recogiendo la bola en su
mano. Cuando pasó por la barra en su camino hacia la habitación, expresó sobre
su hombro— Esta noche, Yoochun.
Entrecerrando los ojos, el menor esperaba, así como
temía que le siguiera. Contuvo su respiración mientras subía al ascensor, su
corazón cayendo con un ruido sordo en su pecho. ¿Le seguiría él?
Justo entonces Yoochun entró en el ascensor, moviéndose
directamente detrás de él. Cuando Xiah se acercó al panel de botones del
ascensor, él se inclinó y presiono el botón de su piso. No se molestó en preguntarle,
pero otra vez le demostró a su propio modo deliberado que él había averiguado
en qué piso estaba y tenía la intención de seguirle allí.
El breve encuentro de su hombro contra la piel desnuda de su
espalda, el calor que emanaba de él, le hizo estremecerse. Él no le tocó otra
vez, tampoco se alejó. En lugar de eso, permaneció en su espacio personal, casi
tocándole pero no completamente. Junsu nunca había sabido cuan placentero podía
ser un “casi”.
Cuando el ascensor se deslizó con rapidez hacia arriba, Yoochun
dobló su cabeza e inhaló cerca de su cuello. El deseo se arremolinó en su
estómago, arañando su camino hasta su sexo. Refrenó un gemido de anticipación.
Cuando su mano se posó más sobre su vientre, Junsu se resistió al deseo de apresurarse
a aceptar el contacto. Extendiendo sus dedos, él le presionó contra la dura
superficie de su pecho justo cuando las puertas del ascensor se deslizaron
abriéndose.
Continuará...
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